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La magnitud del golpe se conocerá en pocos
días, en cuanto a esto el presidente ha anunciado que esta semana hará pública
su nueva orden, entretanto, Washington es un hervidero, los borradores están
circulando por doquier, algunos han sido
desmentidos con rotundidad, pero otros, como los publicados por McClatchy y The Washington Post, han sido reconocidos como documentos de trabajo. En estos
últimos, aunque susceptibles de cambios, asoma el verdadero rostro de la
Administración Trump, mientras de acuerdo con los borradores apuntan a que la
ofensiva será masiva, así reforzar las agencias dedicadas al control de la
inmigración, se establece la contratación de 15.000 nuevos agentes, se aumentan
las competencias policiales y se preconiza una mayor colaboración con las
fuerzas locales, para la operatividad de este ejército, el departamento de
Seguridad Interior, en manos del antiguo general de marines, John
F. Kelly, pretende
aligerar las barreras legales, en especial en el capítulo más ejecutivo: las
deportaciones inmediatas. Hasta ahora esta modalidad de expulsión se aplicaba a
aquellos inmigrantes que hubiesen pasado menos de dos semanas en el país y
estuviesen a no más de 160 kilómetros de la divisoria. Pero los borradores
indican que se pretende anular los límites geográficos y extender su aplicación
a todos aquellos que lleven hasta dos años en territorio estadounidense. A este
enorme salto se añade la devolución automática de los inmigrantes mexicanos
sorprendidos en la frontera y la persecución penal de aquellos padres que hayan
pagado a redes de traficantes para traer a sus hijos.
Fuera de estos planes queda, según los
borradores, el programa
de Obama destinado a proteger a los dreamers, los menores escolarizados que
llegaron sin papeles a Estados Unidos. Un sistema que ha permitido otorgar
permiso de trabajo a 750.000 inmigrantes y que el propio Trump ha reconocido,
en tono de culebrón, que le será complicado liquidar. “La situación de estos menores
es muy difícil para mí, mucho… porque yo amo a esos niños; yo mismo tengo niños
y nietos, y encuentro muy, muy difícil hacer lo que las leyes ordenan. Y todos
saben que la ley es dura”, dijo el sábado en su mitin de Florida,
pero más allá de los dreamers,
el horizonte se oscurece para el resto de los inmigrantes. Trump sabe que su
base electoral, de mayoría blanca y obrera, los contempla como un competidor.
En las antaño poderosas zonas industriales, ahora azotadas por el desempleo y
los salarios bajos, el discurso del enemigo mexicano ha calado hondo. Y el presidente, consciente
de su mal momento en las encuestas, busca un golpe de efecto contra los migrantes
para mantener su activo entre sus fieles, “Tendremos fronteras fuertes otra
vez. Los criminales, la gente mala-mala, entrarán en prisión. Pero en su
mayoría, se irán fuera de aquí. ¡Los llevaremos al lugar de donde vinieron!”,
prometió Trump a sus bases, la norma para llevar adelante este plan está muy
cerca de ver la luz. Esta semana se conocerá, hasta el momento, ya se escuchan
las campanas del odio que no solo por las cosas que ha estado realizando los
cuales ha sido erróneas, por que recordar que EE.UU. es hecho por inmigrantes y
que sin ellos ese país no sería nada ni hubiera llegado a crecer, recordar que
su familia de Trump es inmigrante, a un lado de que se ha registrado protestas en ese país por sus leyes que ha promulgado como el mas reciente que tiene como lema "no es mi presidente".
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