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especialmente duro con la partida de ayuda exterior. El tijeretazo, aunque evita tocar los dos capítulos de gasto políticamente más sensibles, pensiones y asistencia sanitaria, muestra que Donald Trump está dispuesto a iniciar una nueva escalada militar para hacer cumplir sus sueños de grandeza. “Tenemos que empezar a ganar guerras otra vez”, comento Trump nunca lo ha ocultado y se considera un halcón y quiere fortalecer la primacía militar para ello ha dado un salto en defensa que no se veía desde 2008, al final de la era Bush, con el conflicto de Irak y Afganistán aún sangrando a borbotones. “Antes decíamos que Estados Unidos jamás perdía una guerra, ahora no ganamos ninguna. Es inaceptable”, comento para tal fin, los acuerdos del pasado le importan poco. Incluso los más espinosos. No sólo quiere lanzarse al avispero islámico, sino que ha despreciado públicamente el tratado de limitación de armas nucleares con Rusia y el jueves pasado ya anunció su deseo de ampliar el arsenal atómico: “Soy el primero que querría ver al mundo sin armas, pero no podemos quedarnos por detrás de ningún país, aunque sea amigo. Nosotros tenemos que estar a la cabeza de la manada”.
Para Trump, esta escalada militar no es sólo
una forma de patriotismo, el multimillonario republicano siempre la ha
vinculado a la
prosperidad económica. “Reforzar el sector militar es barato, el cual estamos
comprando paz y afianzando nuestra seguridad nacional, sino que también es un
buen negocio. ¿Quién construirá los aviones y barcos? Trabajadores americanos”,
ha escrito en su obra programática América lisiada, patria,
cañones y empleos, es el triángulo sobre el que descansa la apuesta de Trump ha
sido una de sus principales promesas electorales a lo cual ahora quiere materializarla
cuanto antes, para esto ha ordenado a las agencias federales que empiecen a
trabajar en un modelo de presupuesto que satisfaga sus deseos, en cuanto a la
propuesta no estará lista hasta mediados de marzo. Luego tendrá que entrar en
el Capitolio, un espacio de mayoría republicana, pero donde todo es sometido a
la presión de los más variopintos intereses. Será entonces cuando Trump, que
hasta ahora ha gobernado bajo el impulso de las órdenes ejecutivas, tenga que
hacer frente a su primera gran batalla legislativa.
En esa arena se verá su capacidad de
liderazgo del bando republicano y también el alcance de sus sueños, en este principio, lo que ofrece el presidente es
atractivo para los conservadores, con este aumento del presupuesto militar le
quiere añadir una bajada general de impuestos, el
desmantelamiento de la reforma sanitaria (Obamacare) y
una desregulación financiera intensa, la partitura gusta a la mayoría, pero su
instrumentación puede ser explosiva. Es el caso del Obamacare. Vilipendiado por
Trump y los suyos, la promesa de eliminar la reforma sanitaria nada más llegar
a la Casa Blanca ha quedado congelado, la constatación de que suprimirla
afectaría a 22 millones de personas y dispararía el déficit fiscal en 353.000
millones de dólares en 10 años ha puesto freno a la demolición y dado paso a la
búsqueda de alternativas racionales, mientras para la construcción del
presupuesto seguirá un proceso similar: será lenta y desactivante, pero en el
corto plazo, en el juego de lo inmediato que tanto practica, Trump ha emitido
una señal clara con la propuesta de rearme. Es alguien que cumple sus promesas
y que mantiene su capacidad disruptiva. Ese es el impacto que han buscado los
autores del plan: el director de la Oficina Presupuestaria, Mick Mulvaney; el
director de Consejo Económico Nacional, Gary Cohn, y el estratega jefe de la
Casa Blanca, el tenebroso Stephen Bannon.
Que cale este mensaje
es importante para alguien que ha entrado en barrena en sus relaciones con la
prensa y que tiene a las encuestas en contra, ha causado que se alarmen por su
baja valoración, Trump y sus consejeros quieren superar los filtros mediáticos
y alcanzar directamente al electorado, la conversión de los primeros vaivenes
presupuestarios en una declaración política de alta potencia busca esa mete, también ofrece un adelanto del discurso del
Estado de la Unión mañana en la noche. En la intervención, la primera donde el
presidente se enfrenta a la Cámaras, deberá mostrar a senadores y congresistas
qué futuro quiere para Estados Unidos, en estos momentos, ha optado por las
armas y el ruido, ante esta nueva postura se ha cuestionado que si en verdad
sea una buena apuesta de aumentar el presupuesto el cual será un arma de doble
filo porque con mas armamento que se cree se podrá salir en el mercado negro, o
darle más armas a la gente que piensa que tienen derecho a utilizarlas para su “ley”
pasando por los derechos humanos, solo el tiempo dirá que pasara junto con
ellos las reacciones de mundo ante esto.
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